lunes, 27 de junio de 2011

Diario de Golondrina. De Amélie Nothomb.

Nos despertamos en medio de la oscuridad, sin saber nada de lo que sabíamos. ¿Dónde estamos, qué ocurre? Por un momento, no recordamos nada. Ignoramos si somos niños o adultos, hombres o mujeres, culpables o inocentes. ¿Estas tinieblas son las de la noche anterior o las de un calabozo?
Con más agudeza aún, ya que se trata del único equipaje que tenemos, sabemos lo siguiente: estamos vivos. ¿En qué consiste la vida en esta fracción de segundo durante la cual tenemos el raro privilegio de carecer de identidad?
En esto: tener miedo.
No obstante, no existe mayor libertad que esta breve amnesia del despertar. Somos el bebé que conoce el lenguaje. Con una palabra podemos expresar este innombrable descubrimiento del propio nacimiento: nos sentimos propulsados hacia el terror de lo vivo.

miércoles, 22 de junio de 2011

Sobre el muro.

Estar en la frontera es saber que el espacio que te rodea no lo es todo,

en la frontera no ves solo tu casa, solo tu familia y tus amigos, la frontera no es solo tu entorno;

la frontera es poder ver lo que hay detrás de todo ello,

es saber que hay un mundo desconocido a la vuelta de la esquina donde todo pasa,

y todo puedes encontrar, desde las cosas más maravillosas donde nacen los sueños,

hasta las cosas más terribles, lo casi inimaginable.

La frontera es siempre el límite, es saber que después de allí nada es igual,

es saber que estás con vida, pero que tal vez allí en esa esquina está la muerte.

El límite es saber no que se ha llegado a una barrera,

sino saber que hay un mundo donde se cree que está el final.

La frontera es el lugar donde muchos deciden volar,

algunas aves lo logran, otras mueren en el intento,

algunas pasan una y otra vez la línea de muerte,

mientras otras se quedan viendo el muro que es tan alto,

y pueden ver solamente las aves que caen del intento.

Conocer el límite es saber que no hay límites,

saber que el vértigo no es más que signo de estar en el vuelo.

jueves, 2 de junio de 2011

Postefimerosisidad.

Es que puede asustarme tanto la fatalidad con la que las cosas terminan…

Los vidrios que se quiebran, los ríos que se secan, los techos que se caen, las personas envejecen, las hojas de los libros se decoloran, las peceras se llenan de sarro, las ramas se secan, los ojos se opacan, los pavimentos se cuartean… nada es para siempre!

Los gritos mueren, las palabras mueren, los sentimientos terminan, las lágrimas se secan, los recuerdos envejecen, las pilas se acaban, la primavera pasa, la niñez no es eterna, los momentos mueren… nada es para siempre!

Por qué no puedo entender que mientras todo sea efímero pierdo el tiempo lamentando su muerte… pierdo el tiempo lamentando los términos, pierdo el tiempo mientras pienso y me detengo, pierdo el tiempo mientras no vivo, pierdo el tiempo si pienso en respirar, pierdo el tiempo si pienso en vivir y no vivo.

Sé que nada es para siempre, sé que este momento está muriendo otra vez, sé que no lo he de detener, sé que sólo lo puedo vivir, sé que el pasado murió, y todo acaba en cualquier momento!

No puedo evitar que las canas salgan, no puedo evitar que las hojas de los árboles caigan, tampoco las he de pegar, no podré evitar que los gritos salgan, para que nunca mueran, no podré detener que los vidrios se dividan en añicos, tampoco podré mantener la niñez en nadie, ni mucho menos quitaré las pilas a todos los relojes…

Sé que entre más me aferre a detenerlo todo, morirá aún más rápido…

Sólo puedo aceptar la idea catastrófica que todo ha nacido para morir, sólo puedo entender que el fin es parte de la historia y los finales pueden también ser grandes, así como se puede disfrutar el tronar de un vidrio!

Amorfa por siempre.

Será realmente posible que hay cosas que simplemente no son para mí?
Es que me aferro tanto a lo que parece no ser para mí,
me aferro a moldear una bola de plastilina que cuando tiene un poco de calor, vuelve a ser no más que una bola de plastilina...

Esta vez utilicé palillos, una palita para masa, utilicé pinzas y demás,
parecía que lo estaba logrando... pero la plastilina volvió a ser la misma cosa amorfa de siempre...

Qué derecho tengo en amoldar una masa destinada a ser moldeada muchas veces más,
qué derecho a querer que permanezca como yo lo deseo, limitándome incluso a poder volver a moldearla?