viernes, 24 de diciembre de 2010

Tortuga

Salí de mi caparazón confiada,
vi mucha luz afuera,
vi a muchos observándome,
no sé cuanto tiempo pasó, que estuve allí dentro,
me sentía tan protegida,
me sentía tan segura,
estuve inmersa en mis pensamientos,
como un bebé en el vientre materno,
recibía todo lo que necesitaba para subsistir...

Hasta que decidí salir,
decidí ver que hay afuera,
y no ha sido lo más grato,
hay gritos, hay llantos,
hay personas con bocas y sin oídos
he visto miedos,
he visto angustias,
he visto tristezas...
y lo he sentido también.

Unos corren y chocan con las paredes,
otros están pegados con cintas, inmóviles,
con la mirada fija en el punto perdido.

Dentro de mi caparazón, solo sentía el agua,
sólo se escuchaba la música suave,
la música que existe sólo bajo el agua,
pero aquí afuera, nadie puede escuchar esa música,
hay mucho ruido,
nadie comprende nada.

Nadie comprende que las personas dejan de respirar
porque no saben de la existencia de ese lugar bajo el agua.

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